En el año 1912, Carl Gustav Jung, un médico psiquiatra, psicólogo y
ensayista suizo, acuñó el término Complejo de Electra en contraposición al de
Edipo relatado por Freud. Este fundador de la psicología analítica explicó que
dicho complejo consiste en una atracción afectiva de la niña hacia la figura
del padre algo que, según él, es muy común a todas las niñas en algún momento
de la infancia. Después de esta teoría, han venido muchas otras a confirmar o a
quitar la razón, pero lo que, sin duda no tiene contestación, no al menos en
contra, es que la figura del padre es también muy importante para los hijos y
tiene un componente especial en las niñas. ¿O no?
Alejandro Busto es psicólogo clínico en Psicología Ceibe y padre de
dos hijos, uno de ellos, es una niña. La primera equis a despejar para poder
seguir hablando es si realmente la figura paterna (generalmente la primera
masculina) será la más importante y la que, de algún modo, configure su futuro,
entre otras cosas, en cómo establecerá sus relaciones de pareja en la etapa de
adulta. Busto cree que no necesariamente. “Como referente de lo masculino
parece claro”, explica, pero “siempre que nos preguntemos qué es lo masculino.
Hay autores que hablan de esa figura masculina como “el primer amor” y que no es
más que una especie de eslogan simpático
que parece marcar las elecciones futuras de la mujer a fuego”, sostiene. “Pero
no estoy en absoluto de acuerdo, yo prefiero que hablemos de referentes, de
referentes de un tipo de masculinidad, de masculinidad distinta de la
establecida, de gestión emocional o no, de autoridad ética o autoritarismo, de
empatía o incomprensión, referentes que influyen pero no determinan”,
sentencia.
El padre en su papel cultural y social
Comencemos por la primera etapa. Sabemos que la figura de la madre es
primordial durante la lactancia o, si esta no se da, en la etapa de bebé, o lo
que es lo mismo hasta los dos años que es más o menos lo que suele durar el
puerperio (o la exterogestación) ¿Qué influencia podría tener ahí el padre? Desde
un punto de vista biológico, el padre, junto con el resto del grupo, tiene un
papel fundamental en el sustento y cuidado de la díada madre-bebé, pero ¿y en
lo social? También.
El psicólogo está de acuerdo en que sí, en que los primeros años se construye
mucho, “entre otras cosas la autoimagen, la autoestima, nos guste o no somos
agentes de influencia decisivos… y si parece que no hay mucha discusión sobre
el papel de la madre, sí la hay sobre el papel de los padres". "Pero
para mí, la respuesta es clara: no solo en la lactancia, sino en todos esos
años y en todas las interacciones, la influencia del padre es toda",
prosigue. "Y toda significa que nada es gratis. Lo que digas o lo que no
digas, el que estés o no estés, tu estilo de educación, tu implicación o no.
Nada es gratis y va a algún lugar. Y ese lugar es la autoestima, la propia
valoración que el niño (en este caso la niña) comienza a construir de sí
mismo”, explica.
El psicólogo recuerda una anécdota que relató en un libro, una experiencia
con su hija respecto a la lactancia, “una frase suya muy sabia respecto a
nosotros los hombres y las tetas. Yo quise jugar a darle la teta, le dije que
“papá también tiene tetas”… y ella me dijo que sí, pero que “las tetas de Mamá
“tenen leche”… y las de papá tenen pelos” es decir… me vino a decir, no me des
la teta que no puedes, haz otras cosas que permitan que me la siga dando mamá,
que es lo suyo, así que creo que ese es nuestro lugar de influencia, que al
final es una forma de comunicarnos, una forma de relacionarnos y convertirnos
en circunstancia favorable de una autoimagen valorada y cuidada de sí misma”,
dice Busto.
Otra cosa que sucede o más bien sucedía, porque la paternidad está cada vez
más implicada, es que el padre sentía una especie de miedo o rechazo a coger al
bebé y siempre se aducía a un miedo a lastimarlo. El experto cree que no es
miedo al bebé “sino a sentir”. “Si dibujamos el escenario nos sale lo
siguiente", explica: "Por un lado la llegada de una bebé a la vida de
hombre, la paternidad… que es profundamente emocional. Por otro lado, hombres
padres, poco habituados a sentir… porque no han tenido referentes emocionales,
porque no saben o porque la sociedad no les deja".
"Ahora dime ¿qué es más cómodo? ¿Comer con tenedor y cuchara o con
palillos chinos? Y tú dirás… pues depende de si eres chino o no… de si sabes o
no… así que en esta sociedad, para la gran mayoría de hombres padres es más
cómodo servir al sistema patriarcal jugando el rol de patrocinador de la
familia y ejercer ese lugar conocido ya aprendido y cerrar el círculo del
mandato social". "Más cómodo que ser parte activa de la
crianza", continúa, "que influir conscientemente en su aprendizaje
social y relacional, sometiéndose al torrente emocional que significa vincularse
cada día, reinventándose cada minuto. Mal empieza un padre su relación con los
hijos si, probablemente sin ser consciente, su primer consejero es el miedo a
las emociones y los sentimientos". Porque eso será lo primero que
transmita. "Es posible que los padres comiencen a relacionarse con los
niños más grandes a través del juego, porque en el juego las emociones están
permitidas y no censuradas… y para entonces el niño o niña ya está en primaria
y la autoestima más o menos consolidada pero a veces ya es tarde”, argumenta
Busto.
¿Qué pasa si la figura del padre no está?
Las estadísticas son muy claras al respecto y el número de divorcios o
separaciones es considerablemente alto por lo que muchos niños (y en el caso
que nos ocupa, niñas) pasarán su infancia viendo poco o, en los casos más
desgraciados, nada a sus padres. ¿Qué consecuencias directas tiene esto en la
niña para la construcción de sus futuras relaciones sentimentales con hombres?
El psicólogo no lo ve concluyente ya que “basándome en experiencias de mi consulta
puedo afirmar que algunas de las mujeres que mantienen relaciones de pareja
poco beneficiosas, neuróticas o patológicas lo relacionan con ciertos tipos de
paternidad… pero no es menos cierto que esto también se observa, y mucho, en
las relaciones con las madres, porque como hemos dicho la relación precisamente
es con la madre prioritariamente con quien empezamos a construir vínculos”.
Custodia compartida
Existe, y cada vez es más común, cuando llegamos a la separación, la opción
de la custodia compartida. Cuestiones legales al margen, ¿qué opinión le merece
este tema? “No se pueden tomar decisiones sobre la base de porcentajes: Ni
custodia compartida por bemoles, como pasa en alguna comunidad autónoma de este
país diverso, ni custodia a la madre siempre, ni al revés", admite.
"Cada historia y cada sistema merecen una especial atención y no parece
razonable darle la custodia compartida a un padre que no ha estado presente y
le van a presentar a sus hijos el día del juicio o a un maltratador o a un tipo
que simplemente no ha ejercido una paternidad responsable” afirma. Lo que sí
parece obvio es que “hay una mayoría de casos en este país donde la crianza y
la educación las han ejercido las madres, con mayor o menor acierto y esto lo
podemos discutir. Voy a inventarme el término de custodias merecidas que es en
lo que creo. ¿Estamos hablando de influir en la vida de los hijos? Pues la
posible custodia de futuro se empieza a conquistar y a merecer el día que la
pareja sabe que está embarazada, no el día de la separación o de la ausencia”.
El trato del padre hacia la madre como modelo
¿Determina de alguna manera a la mujer que será la niña de hoy cómo trate
el padre a la madre? El psicólogo no lo cree al 100%: “La determinación deja
sin libertad al ser humano, los deterministas a veces son historicistas o
genetistas o biologicistas…no, determinar, no. Yo creo en la libertad al estilo
que explicaba el gran Viktor Frankl. Circunstancias que influyen para que
tomemos nuestras decisiones, facilitadas o no por esas circunstancias. Desde
luego que una niña absorbe la relación de sus padres y va a estar influida por
el estilo de comunicación, relación y gestión de conflictos de su padre. Y que
no aprende las mismas cosas una niña cuyo padre ama en la palabra y los hechos
a su pareja, su madre, que uno que no lo hace. Porque dice "te
quiero" mientras ignora, o dice “eres lo más importante”, mientras los
hechos demuestran que lo importante es su trabajo por ejemplo. Y no es igual la
agresividad, el insulto, el desprecio, que la comprensión, la empatía y la
asertividad”.
Padre maltratador, hija, ¿futura mujer maltratada?
Tradicionalmente, se ha establecido que las niñas que vivieron maltratos en
su infancia son mejores candidatas a sufrirlos siendo adultas, casi todas las
escuelas coinciden en esto, ya que la relación causal entre el maltrato y la
posterior búsqueda de la pareja es un hecho bastante estudiado. Hijos ven,
hijos hacen. “Decía Einstein que el referente no es la mejor forma de influir,
es la única forma de influir, lo que supone que sea lógico pensar que sometidos
a un modelo de víctimas y verdugos, eso es lo que sabrán o necesitarán hacer.
Quizá junto a otras variables tendremos una víctima o tendremos un verdugo. Y
creerán en una especie de diabólico y patológico juego, que asumir estos roles
es la forma de “salvar” a sus padres de lo que hicieron con ellos”, explica el
psicólogo. Obviamente a la inversa, “otros tipos de crianza más empática y
respetuosa también se han vinculado a personalidades más equilibradas y
consistentes, siguiendo el mismo modelo, pero, no hay que hacer psicología
barata de manual de autoayuda, debemos respetar la historia de la gente",
dice.
"No podemos, diría no debemos, afirmar que todas las mujeres que de
niñas sufrieron un padre ausente, autoritario, castigador o maltratador tendrán
vidas disfuncionales o relaciones de pareja traumáticas. Eso es determinismo y
no creo en él. El ser humano es deliciosamente complejo y el tipo de paternidad
no es más que un elemento de influencia en el entramado de construcción de la
autoestima sana. ¿Esto significa que da igual?, que es gratis ¿y podemos ser
cualquier padre? Obviamente no. Gratis no es. Pero tampoco determinante",
reitera Busto.
"Vemos a diario en consulta pacientes con historias de las de no
dormir, y son capaces (ellos no sus terapeutas) de reconstruirse y apostar por
la felicidad, tomando decisiones saludables a pesar de y contra su propia historia.
Los fantasmas del pasado, al decir de Boris Cyrulnik, solo murmullan y a veces
hablan más de la cuenta. Pero en ningún caso, escriben nuestra vida. Es parte
de nuestra responsabilidad mandarles callar y ser nosotros y nuestras
decisiones los protagonistas”, concluye.
http://elpais.com/elpais/2016/09/08/mamas_papas/1473313734_798308.html
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